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miércoles, 12 de octubre de 2016

Recomponiendo mi corazón



Hoy la mañana llora. Sentada sobre el gran poyete del ventanal de mi casa, llora mi corazón. Acaricio distraída las gotas que escurren de los cristales, que simbolizan las lágrimas de mi alma. Hace frío fuera y las ventanas están medio empañadas, mostrándome a medias, la realidad que se vive al otro lado. En el mundo real.

Llegaste con la primavera y, con tu sonrisa, me engañaste. Durante el verano, me hiciste vivir la pasión. Me hiciste creer en el amor. Sabías que soy desconfiada, que me cuesta abrir el corazón. Pero, con tus dulces palabras, me robaste la razón. Y, ahora que ha llegado el otoño, te has ido sin decir adiós. Sin dar ningún tipo de explicación. Y aquí me quedo yo, recomponiendo los trozos de mi roto corazón.

Lo conseguiré. Saldré de ésta. Porque, muy a tu pesar y, aunque te creías el rey del mundo, de todo se sale. Quizás con dolor y esfuerzo. Con lágrimas. Pero lograré avanzar sin ti. Aunque crea que me estoy volviendo loca y añore tus caricias por la noche. A pesar de que escuche tu sonrisa en todas partes…

El constante sonido del péndulo del reloj no lo arregla. Hace que, en el silencio de la estancia, me concentre más en mis destructivos pensamientos. Me imagino mil formas de vengarme. Puede que hasta de matarte. Y seco mis lágrimas con rabia. Pero, al mismo tiempo, recuerdo la forma en que me mirabas, y sé que hubo un poso que caló en tu corazón. Y, a pesar de ello, ¿se puede curar la cobardía? Tuviste mi corazón en tus manos y no supiste valorarlo…

Desvío la vista de lo que veo a través de los cristales. Mi gata, Perla, maúlla y me mira fijamente con esos dos ojos brillantes. Tan inteligentes que, en ocasiones, me parecen irritantes. Sobre todo, cuando creo que me miran de forma solemne diciendo “te lo dije”. La acaricio sabiendo que lleva razón. Que está en lo cierto. Pero, aún con tristeza, sonrío. Porque sé que yo quedé en tu corazón y, sin embargo tú, caerás en el olvido.